sábado, 29 de enero de 2011

LOS LOCOS QUE SUBEN

El loco es una raza en extinción. Algo está ocurriendo, pero el típico loco que se sube al colectivo ya no está apareciendo como antes. Sí podemos ver a los clásicos hinchas de fútbol viajar como si estuvieran en el micro naranja de la infancia, o a los choborrras que suben con el tetra de vino blanco o los de la botellita transparente que tiene adentro cerveza y parece que tuviera meo.
Pero el loco típico, no aparece. Miles de historias se tejen, recuerdo una de hace varios años.
La mina era muy alta, rubia y con anteojos oscuros. Tenía cara de turra para que negarlo,
Sube al colectivo, saca el boleto y se sienta en el fondo.
El viaje transcurre apaciblemente, cuando de pronto grita, desde el asiento de atrás:
“JUDIOOOOOOOOOOOOOOOOOSSSSS!!!”
Sí, todos se dieron vuelta. No sé por qué pasa eso pero cuando uno sabe, desde su psicología que “no debe” darse vuelta para mirar a un loco o a un choborra, lo hace.
Y cuanto más la miraban, más loca se ponía.
“JUDIOSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!” seguía gritando, para continuar hablando, como si estuviera dando una clase en Oxford, sobre el Holocausto y toda la bola. De pronto, se paró y viajó parada. Cada tanto alternaba el “judiosss” con el “hijos de putaaaaa”.
Pero luego el bondi se fue llenando, por lo cual quiso sentarse. Empezó a pedir el asiento a un pobre gil que estaba en un asiento de uno. No sé qué pelotudez le dijo el tipo que la rubia loca le empezó a dar cachetazos en su cabeza semicalva a los gritos de “judio”.  Actos seguido, empezó a insultarme, porque “iba rápido”. Me dijo de todo, siempre a los gritos. Y cuando un loco grita, se produce en el resto del pasaje una especie de congoja tensa. En realidad en ésos momentos se ve quiénes son los verdaros valientes. Quienes deciden continuar y quienes analizan tocar el timbre y bajarse. Pero esto último puede ser un signo de debilidad detectado por el loco en cuestión.
Quienes deciden quedarse, se dividen en dos grupos: los que ignorarán todo hasta el final y los que analizarán “cómo actuarán ellos” si les pasa lo mismo que al gil cascoteado en su cabeza.
La loca volvió al fondo no sin antes extender sus puteadas hacia todos los pasajeros.
“¿Qué miran, que miran? Judioooooooooooooossss!”
El colmo llegó cuando dijo que debían matarlos a todos y hacer jabón. Recién allí se escuchó un tímido “shhh” y un murmullo similar a cuando en la cancha un jugador erra un pase. La mina se calentó más y se fue al fondo a seguir puteando hasta que se bajó. Cuando tocaba el timbre para bajar, me hechó maldiciones porque frené rápido y se fue.
Está también el loco - viejo, que de él hablaremos más adelante en otro loco post de locura.