jueves, 18 de noviembre de 2010

EL BAGAYERO

 
Suele ocurrir que uno tenga que viajar parado. Pero no hay peor caso que viajar parado, y que atravesando gran parte del pasillo, justo en la parte donde estamos, tengamos las piernas semi inmovilizadas por su presencia.
Sí, estamos hablando de El Bagayero.
El Bagayero sube con dos valijas (nunca será una sola) gigantescas, en donde el hijo de puta no lleva dos camisas para cambiarse y un par de calzoncillos, sino que arrastra toda una vida allí dentro.
Antes uno creía que El Bagayero se dirigía a una estación de tren, por vacaciones o para visitar a algún pariente. Pero no, El Bagayero no se hace, se nace.
Por lo general, como decíamos, atravesará gran parte del pasillo con sus dos valijas.  Si va en un asiento de dos, siempre lo acompañará otro como él, pero sin valijas y que contará chistes con códigos entre ellos que nadie entenderá.
Cuando El Bagayero está sentado, un gran récord de “permiso” se escuchará en el pasillo ya que la gente que quiere pasar no llega a ver las valijas y cree que “uno les está trabando el paso por orgulloso”, generando rencores viajeros (ya hablaremos en otro post sobre esto).
El viaje podrá durar una hora, hora y media, lo que sea pero El Bagayero nunca comerá antes o después de subir: lo hará dentro del colectivo. Por tal motivo, quien se pare a su lado, absorberá en su ropa migas de algún sánguche de dudosa procedencia, o en el peor de los casos, lo salpicará con vino o cerveza.
Cuando el viaje transcurre y uno no ve la hora de llegar, el clima se tornará más denso. El Bagayero, ya entonado con algunos litros de alcohol, empezará a reír o a cantar en voz alta, muy alta. Tendrá la necesidad de que todos lo escuchen, tal vez como un modo de reafirmarse a sí mismo. Así, nos enteraremos de la puteada a algún familiar pedorro,alguna burla a una mina que le tiró los perros (El Bagayero, de la boca para afuera, jamás es rebotado por una mina en sus charlas), o sencillamente las ganas de mandar al carajo a su jefe.
El peor punto será el aliento. Si uno abre la ventana, sera para pelea, y si no la abre, puede morir ahogado en vapores desagradables y que lamentablemente, no se biodegradan fácilmente.
El viaje llega a su fin.
El Bagayero se va a levantar.
El asiento será nuestro.
Pero tarda tanto en reincorporarse, que cuando despegó su humanidad del sitio...
...ya nos tenemos que bajar.

Imagen de la web 

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